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martes, 3 de febrero de 2009

El robalo. Surfcasting pesado

En el día de hoy me avisa un amigo sobre su salida de pesca a surfcasting. Llevamos varios días que nos azota un fuerte temporal de poniente y éste parece que había remitido por lo que se nos daba tregua para poder echar las cañas al agua.
Según me comenta el agua tenía un hinchazón y unos caballones de escándalo y sin presencia de algas, matas, etc., por lo que la manaña se le presentaba buena en la playa.

Tras el madrugón y toda la parafernalia de preparar la carnada, motaje de bajos, anzuelos, cañas, carretes, lo único que le quedaba era tirar sus cañas al agua con la esperanza de que algún pez topara con su cebo. Como cebo ha usado concha fina y tita. Una de las cañas la encarnó con tita ya algo deteriorada y aguada y licrada con seda, cosa que en lo que a mí me atañe no me gusta nada de nada. Pues bien, esta caña en cuestión tras un rato en el agua observa que la puntera doma hacía adelante como signo de picada y acto que se percata nuestro pescador. Tras ver eso, la caña revela signos evidentes de una picada más fuerte por lo que el compañero se dirige a ella de forma nerviosa. Saca la caña de cañero y clava el pez. Dado el oleaje que hacía el pez se dejaba venir pero por la tensión que sufria la caña y peso se presagiaba algo bueno.

Efectivamente, ya en el escalón la pieza no se dejaba varar por lo que el compañero se tiene que arrimar a la misma lengua de la mar para coger la captura con sus propias manos. Ya allí no se lo creia, se trataba de un hermoso robalo de unas 9 libras de peso.

Una vez en el cubo, piensa que la pesquera está ya hecha, por lo que decide retirarse por hoy y como no, enseñarmelo a mí. Ya cuando estábamos los dos juntos, aún le temblaban las manos del subidón de adrenalina que le supuso.




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